Poesía

Antología poética

Un breve recorrido por nuestros estados de ánimo

El entierro de la Cobaya

Con afecto para un amigo y su familia

Ricardo Cabrera

El entierro de la cobaya

cuando lo recuerdo

aun me llena de emoción

¿Quién fue el heraldo?

¿Quién el primer grito dio?

¿Quién con el anuncio corrió?

Alaridos en los corredores

El puente de Londres ya cayó

El sinsentido de las mil y una vueltas

el frenesí de los colores

que se convertían en uno

cuando un traspiés

la arrastraba en la inercia

y ahora arriba, después abajo

las risas de los hijos

con las épicas caídas

El entierro de la cobaya

se quedó en mi corazón

los radicales ocultando las penas

los liberales mostrando su emoción

en el tiempo su recuerdo

un simple, gracias,

por el tiempo que vivió.

Porque la pena por la cobaya

los años de los hijos

de aquellos, los pequeños

los mayores hoy

el entierro de la cobaya

su infancia se llevó.

He olvidado el último poema que escribí

Tomado del Libro:

«Poemas Sueltos»

 

Tomado del Libro:

«Poemas Sueltos»

 

Le he regalado mi reloj al día

Tomado del Libro:

«Poemas Sueltos»

 

Que miedo enorme de vivir mañana

Tomado del Libro:

«Poemas Sueltos»

 

Las voces en el viento

Ricardo Cabrera

Tomado del Libro:

«Los Colores del miedo»

Próximo a Publicarse

 

Las voces en el viento

son canciones tristes

que se cuelan entre las ramas

y despiertan a las flores

 

Traen recuerdos olvidados

de niños felices

que se mojan en la lluvia,

de nanas que arrullan

 a los niños pequeños

que cierran sus ojos

 hasta que las voces

se van con el viento

 

Las voces en el viento

hablan de besos perdidos

de desencuentros y desamores

de inviernos que se alargan

y golpean las ventanas

de incontables no me olvides

y de amantes separados…

 

Hablan de ti y de mí

de días de sol y tardes nubladas

de besos entregados

y caricias correspondidas

 

Y cuando el viento sopla en mi cara

con su cálido aliento

y abraza mi cuerpo

cuando estoy lejos

 

Escucho las voces

que me dicen te quiero,

extraño tus brazos

regresa pronto.

El niño que se había perdido

Ricardo Cabrera

Tomado del Libro: «Los Colores del miedo»

Próxima publicación!

 

El niño que se había perdido

hoy se sentó a mi lado

me miró a los ojos

y tomó mi mano

 

Su mirada era limpia otra vez

como cuando tuve ocho años

como cuando le deje olvidado

debajo de un manzano

 

Entonces sin mucho remordimiento

le solté la mano

y sin volver la vista atrás

me fui alejando

 

Intuía su tristeza a mis espaldas

la misma compañera

que no me abandona.

Pero hoy, el niño que se había perdido

se sentó a mi lado

me miró a los ojos

me abrazo sonriendo

y me dio las gracias

por haberle encontrado.

Si fuera hoy mi último día

Ricardo Cabrera

Tomado del Libro: «Los Colores del miedo»

 

Si fuera hoy mi último día

llenaría mis ojos con el color

de los tuyos, bebería tu aliento,

no para prolongar mi vida

si para llevarte dentro

 

Si fuera hoy mi último día

me ahorraría las despedidas

y las cambiaría por sonrisas

 

Si fuera hoy mi último día

me llevaría conmigo el canto de los pájaros

un amanecer luminoso y sereno

y el rocío en el pasto

 

Si fuera hoy mi último día

te dejaría mis besos en un sobre cerrado

para que cuando lo abrieras

mis besos buscaran tus labios

El viejo en el campo

Ricardo Cabrera

Tomado del Libro: «Los Colores del miedo»

El viejo en el campo cuenta sus días

por gotas de agua, con sus pies descalzos

prueba el sabor de la tierra árida,

sus manos callosas la convierten en polvo

y de su palma extendida se la lleva el viento

Los surcos abiertos recién plantados

parecen heridas que no sangran, pero sienten

el dolor del viejo que espera el agua.

Su frente sin sudor ligeramente se arruga

y arrisca la nariz oteando el viento

sabe que falta poco, las nubes están cargadas.

Un rayo solitario rompe a lo lejos

pareciera prometer al viejo que pronto

la lluvia llegará a sus tierras.

Su cuerpo cansado se mueve sin prisa

mientras una horda de cuervos

anuncian su arribo, con altaneros graznidos

buscan la semilla que la tierra atesora.

El viejo en el campo no culpa a la tierra

ni maldice al cielo que atrasa a la lluvia

sabe que su paciencia y esfuerzo

tarde que temprano tendrán recompensa

y obtendrá de la tierra el trigo dorado

Para ser feliz, hay que tener mala memoria

Ricardo Cabrera

 

Alguien hablaba cerca de mí, perdido entre bastidores

su diatriba no tenía descanso sobre quien le escuchaba

El hombre creía a pie juntillas en lo que exponía

lo explicaba con tanta vehemencia

que incluso yo, desdeñé la importancia

de mi propia conversación.

 

No era un hombre, ni joven, ni viejo

y sus facciones, seguramente las olvidaría

tan pronto como me hubiera retirado.

Intenté seguir con lo mío

Cuando de su boca escaparon las siguientes palabras

Para ser feliz, hay que tener mala memoria.

 

Ayer me repetía sin tregua, cómo es posible,

como he dejado huir de mi mente el recuerdo

de tu cara sonriente, de tus ojos llenos de sorpresa infantil

El día, se diluyó en un acre y miserable río de culpas propias.

Hoy, he encontrado la expiación mis continuos olvidos.

Para ser feliz, hay que tener mala memoria.

No he de ceñirme al tormento de las fechas,

estas se mueven siempre en línea recta hacia el olvido

sea hacia atrás o hacia adelante.


Pero los momentos, esos, esos son perennes

ellos te arropan, se convierten en el aroma de tu café

son el viento que se cuela entre tus cabellos

son el dolor punzante de la desazón por las ausencias.

Porque los olvidos nacen de recuerdos vividos


Para ser feliz, hay que tener mala memoria

los momentos llegaran a cualquier hora del día

de la noche, entre los sueños

se abrirán paso y te dejarán una sonrisa

Y te quedarás sin duda con la alegría

de haber sido tu quien los viviera

Que no se rompa el Sol

Ricardo Cabrera

 

¡Por favor que no se rompa el Sol!

los fragmentos luminosos de su cuerpo

se cuelan entre las hojas de los arboles

y mueren entre las sombras y se pierden.

 

¡Por favor que alguien lo detenga!

que no permita que su luz se pierda

Permita el mañana que sus dedos quemantes

acaricien mi piel y besen mis labios.

 

¡Que la noche oscura abra su pecho

y brille el ardiente sol!

que sus destellos nublen mi vista

¡Por favor que no se rompa el Sol!

Si la agonía por dejar la vida se presenta de esta forma, no tendré ningún problema en decirle adiós

Ricardo Cabrera

No me he quedado hoy con los zapatos puestos

y con la camisa a rayas rojas a medio abotonar

He decido de pronto, sentado al borde de mi cama

haciendo una pausa mientras miro por la ventana

hacia la calle vacía, hacia el árbol cubierto de verde

de ramas retorcidas que sostienen precariamente un nido

que la última granizada no ha podido echar abajo.

Me he puesto de pie y he abierto las hojas

de vidrios transparentes

 

¡Que silencio aberrante de las desiertas avenidas

atosiga los oídos! Es entonces que los oigo,

es el trino cercano de unos polluelos

que intentan no caerse del nido.

Alguien más se ha asomado,

he oído claramente el sonido metálico de otra ventana

De alguien más que se atreve a romper el miedo

que se deja llevar por los gritos silenciosos

de las avenidas ausentes de coches

Acaso ¿Hay alguien más a quien le han importado

los trinos de los polluelos próximos a caer?

 

No, la ventana se cierra tan rápido como su dueño

se ha atrevido a abrirla, quizás este asustado

de su repentino acto de valor.

Y ha preferido sumirse nuevamente

en la soledad del encierro, oculto entre las noticias

que alarman con el aumento de los muertos

Al chillido de las crías se ha sumado

el trinar desesperado de la madre

No me lo pienso dos veces

y continuo con la tarea que había iniciado

 

Me veo al espejo y me ajusto una corbata de domingo

me he calzado adecuadamente un sombrero gris

la imagen que el reflejo me devuelve, me reconforta

Ya estoy vestido adecuadamente para subir al árbol

para desafiar al viento, que huele a miedo

que transpira espanto.

 

Me he situado junto al árbol

el concreto gris de las aceras se ve tan frío

Me llega el dulce sonido de los pajarillos sobre el nido

Si la agonía por dejar la vida se presenta de esta forma,

no tendré ningún problema en decirle adiós

bien vale la pena por colocar nuevamente

en su sitio el nido.

Quiero regresar el tiempo y ser niño otra vez

Ricardo Cabrera

Mayo 10, de 2020

Viaje en tren hacia la luna

Ricardo Cabrera

Ya viene la noche, débil se perfila la luna

y mis sueños viajan ya en un tren de carga

He comprado un pasaje con lo poco que me quedaba

para poder llegar hasta ella y convertirla

en mi amada.

 

La estela gris de vapor que deja el tren

es una pincelada de acuarela que dibuja

mi imaginación y aunque los trazos sean torpes

serán mi regalo antes de que brille el alba

Resplandece fuerte y radiante luna querida

con los latidos de mi corazón

deja que el tren encuentre hoy el camino

y esta noche pueda ser tu amor

 

Regocijo de perla en la noche

puede verse desde mi vagón

es la luna que me ha visto y me regala

un rayo de luz, me dice te espero

no importa cuánto tardes en llegar

deja que el tren se guíe por tu imaginación

Entre velos de seda se esconde la luna

en su oscura habitación, a ella la iluminan

las estrellas cuando yo no estoy.

Tengo un gato con tres patas

Silencio

Ricardo Cabrera

Tengo un gato con tres patas

no sé si cuatro tuvo alguna vez

El gato llego dando brincos

moviéndose torpemente

en un balance precario

 

Veo al gato de tres patas

luchando por no caer

es tan fuerte su voluntad

que no se puede creer.

 

Mi felicidad es como él

se balancea torpemente

para no caer.

 

Hay días en los cuales

prefiere quedarse echada

descansando con el fuego cálido

escuchando la lluvia caer

agazapada en su timidez

para no mostrar al mundo

cuan débil es.

 

Hay días, por el contrario

que se rebela y brinca

dando traspiés sin importarle

cuan ridícula puede ser.

 

Yo tengo un gato de tres patas

que solo yo puedo ver

es un gato sin nombre

 

¿Para qué le sirve una pata más?

Si es feliz dando traspiés.

Ricardo Cabrera

Y al cerrar los ojos, el silencio se fue haciendo más profundo

más endiabladamente perceptible. Ahora lo siento en mis huesos

se ha apoderado de mi cuerpo, el silencio grita con toda su fuerza

 y me aplasta.

Me es imposible moverme, no imaginaba que el enemigo

más poderoso que hubiera tenido nunca, fuera el silencio.

 

Cuanta pesadumbre repentinamente por dejarme subyugar

por sus espacios profundos.

Donde el eco de mis pasos se pierde, donde mi voz se torna

frágil, se vuelve de cristal y se rompe. Los fragmentos

no producen ruido, se esfuman como cenizas al viento.

 

Y yo, me quedo parado, no hay viñetas en el medio del camino,

no hay una maldita señal que me oriente, que me diga

continua, el camino que elegiste es el indicado.

Aun no me he perdido del todo, por momentos, se acercan a mí

los fantasmones neblinosos de un no tan lejano pasado.

 

Puedo ver como sus bocas se distorsionan en muecas grotescas

que quisieran ser un grito. Pero de ellas solo brota el silencio.

¿Acaso soy yo?  Mis oídos dejaron de escuchar las voces

que alguna vez me fueron tan amadas.

 

No he escuchado aún voces nuevas que broten

en el medio del camino como manantiales de agua nueva.

Sigo sordo, no hay gorjeos que me enseñen una nueva primavera

ni aleteos que me hagan levantar la vista.

 

El silencio se ha hecho huésped en mi corazón

no encuentro sonido ni en mis propias palabras

Se extiende como un cáncer, cubre todo mi cuerpo y lo deja estático.

Hoy me quedaré aquí, en el cruce de los caminos

que llevan a ninguna parte, me quedaré hecho de piedra

hasta que encuentre nuevamente el sonido que rompa el silencio.

1 comentario en “Poesía”

  1. Gracias por ésta hermosa forma de remontarnos a nuestra niñez, a la época en que todo era para nosotros sencillo y fácil porque entonces si existía un súper héroe que siempre nos rescataba de toda adversidad, nuestra madre.

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