What would you think if I sang out of tune?
Would you stand up and walk out on me?
Lend me your ears and I’ll sing you a song
And I’ll try not to sing out of key
With a little help from my friends
The Beatles
El mundo desconocido de las letras
Alberto Oriza
Septiembre 29, de 2020
El ordenador sigue tintineando en espera de que las ideas tomaran vida. La blanca pantalla que asemeja a una hoja de blanquecina esperanza vive en su promesa de llevar historias, hechos, sueños o valores al lector. Hueco instrumento donde por medio de ceros y unos se ha convertido en la esperanza de viajar al mundo en un solo movimiento.
Que es de la idea descrita acidiosamente en una madrugada oscura, cuando el insomnio de tener que salir levanta de la cama al autor, que aun presa de sueño, no para la mente, cuando un pasaje, un detalle, una ligera omisión tortura la mente del escritor. Que diferencia hace para el lector, si el escribano, en oficina de muebles de caoba y mullido sillón, que a la luz de una cómoda lampara dicta sus ideas; del aquel que, en un rincón caluroso, entre el sudor y el combate a los mosquitos, pelea porque una desvencijada computadora le permita grabar en digitales caracteres el mundo atrapado en su mente, con la esperanza de que conozcan la efímera vida de unos ojos que lo leen.
La letra tiene la cualidad de ser universal, de no ser juzgada por su origen, ni descalificada por la tinta usada. Claro que los autores son su peor cualidad, pero algún defecto debía tener.
Justicia juvenil
Alberto Oriza Barrios
Agosto24, de 2020
…Todos habían vivido en el mismo barrio desde el jardín de niños y habían crecido en los continuos pleitos con las palomillas cercanas. Eran un grupo de casi la misma edad, pero con notorias diferencias físicas, producto del natural desarrollo juvenil, lo mismo el larguísimo y flaco muchacho de ojos hundidos, que el pequeño que tranquilamente pasaría por alumno de cuarto de primaria. No faltaba aquel, cuyos brazos eran tan largos que desentonaban del largo de su cuerpo, ni el que sus pies sobresalían de su corta estatura, dando la impresión de tener zapatos de payaso de circo. Un grupo normal de jóvenes adultos iniciando su pubertad. Lo que si era común era la indumentaria de pantalones desgastados, tenis parchados y camisetas de todo tipo de imágenes, invariablemente sucias y arrugadas.
Los temas cotidianos ya habían sido descartados, la animadversión entre los canarios y las chivas, ya habían generado las correspondientes peleas entre los partidarios de las Chivas, que no lograban justificar la dirección de Carlos Miloc, que les había dado la temporada más triste de su historia; como, por el otro lado los aficionados de los Canarios del América, tampoco lograban librar las burlas, pues, aunque con la participación de Enrique Borja, quien le anotó a su equipo de origen con la camiseta amarilla, fue llevado a la selección, lo que hizo que no pasaran de la liguilla, pese a llevar el liderato de su grupo. Ante la ausencia de partidarios del Cruz Azul, no podían burlarse de la pérdida del campeonato que tenían asegurado frente a los Pumas, por lo que cual, ni eso era tema de conversación…
Pandillas infantiles
Alberto Oriza Barrios
Agosto 13, de 2020
Mi bicicleta era más que un transporte, era mi caballo que me llevaba a recorrer el camino a Santa Fe, era mi motocicleta que vencía sin rechistar el salto de la caja de refrescos, haciéndome sentir que volaba en los aires por un aro de fuego, era mi seguro transporte que brindaba la seguridad de quien se sabe con el poder de moverse a velocidades ultrasónicas por la cuadra.
No puedo decir que fuera gran cosa contra las bicicletas de alta tecnología de hoy en día, la mía era en comparación, un torpe dinosaurio de pesado metal, que, si se le ocurría caer sobre mí, requería de toda mi fuerza para equilibrarla nuevamente.
Con su manubrio de cuernos de chivo, frenos por la tracción inversa del pedal, salpicaderas oxidadas que tenían el hueco perfecto para que con una botella de plástico se convirtiera en una motocicleta emitiendo su fuerte tracción, era la pieza perfecta para que explorara el mundo.
Como pasaba con todo en mi infancia, el recorrido para que llegara a mis manos tan precioso transporte, requirió que mi hermano mayor cambiar este artrítico jumento por una delgada y ágil bicicleta de carreras, incluso tenia diez velocidades, eso le dio a mi hermana la posesión del gigante azul lleno de cicatrices testimonio de la infancia, pero como entraba a la edad de la vanidad, cayó en mis manos.
Los tiempos salvajes...
Alberto Oriza Barrios
Julio 27, de 2020
…Para los que sobrevivimos a esa salvaje juventud, donde el agua de la llave era nuestra hidratación compartida en cualquier calle con los perros de la comunidad; donde los mejores amigos se forjaban después de una pelea resultado de la burla por cualquier acto hoy calificado como bullying; donde el plomo de los juguetes y la higiene alimentaria no conocían el cáncer o los efectos de los pesticidas; donde las bicicletas no requerían casco, y pesaban una tonelada; esa época cuando el mayor placer era la puerta abierta para salir a jugar con los amigos y regresar cuando el sol ya no permitía ver el balón; es para un muchacho de estos días un mundo tan fantástico como Narnia.
En ese entonces, la educación tenía métodos psicopedagógicos muy distintos, que tal vez son la causa de muchos de los traumas que hoy llenan los bolsillos de terapeutas, psicólogos y psiquiatras, pero que, en nuestros ayeres, eran sustituidos con una chancla, un matamoscas, una vara de pirul o simplemente con una oreja roja e hinchada por la fuerza sobrehumana de un maestro. No se si el pasar una hora sentado en el aire con la espalda pegada a la pared, o con un libro en cada brazo me hicieron mas educado o mejor persona, pero estoy seguro que si me enseñaron a no desafiar a la autoridad.
Los Famosos 41... Que eran 42…
Alberto Oriza Barrios
Julio 03, de 2020
…Este es el caso de lo que se deja ver en la supuesta marcha de reivindicación de los derechos de un grupo de personas con hábitos sexuales propios de una preferencia acallada, no nueva, y menos especial, pero que toma relevancia social por sus premisas extremistas en algunos casos, pero mas en vías de pedir acceso explicito a lugares hasta ahora no permitidos sin engaños a estas preferencias, que hoy se denominan comunidades.
No menosprecio al grupo de interés mencionado, al contrario, reconozco y valoro las múltiples aportaciones que hacen a la sociedad, no por sus preferencias, sino por la singularidad con las que sus preferencias hacen soluciones productos de nuevas sendas de los juicios de lo cotidiano.
Menospreciar o denostar a las preferencias de otras personas, es tan absurdo como la persecución histórica de los zurdos, lo cual no los hacia otro tipo de humanos, sino solo humanos con una singularidad, es el mismo caso de los que tienen otras preferencias en sus apetitos carnales, claro en este rubro, pongo mi raya moral en los menores de edad, que no encuentro justificación alguna en su interrupción de su inocencia por los vicios o deseos de mayores.
Sin tener que hacer una gran investigación antropológica, encontramos que somos una sociedad que históricamente ha convivido con las preferencias por el mismo genero desde tiempos prehispánicos. Lo que muestra que no solo es parte de la sociedad, sino que fue un mecanismo de orden social usado en beneficio del crecimiento de imperios.
Entre Sahuaros y Piedras
Alberto Oriza Barrios
Junio 25, de 2020
Que equivocado el que piensa que el desierto es solo sol, arena y piedras. Cuando uno se enfrenta a la travesía de estas lejanas tierras, uno descubre que estas áridas tierras son vida y muerte.
El rojo manto que cubre el atardecer, recuerda la mortalidad del paseante, y sume en un trance al observador, que ve la increíble capacidad camaleónica de pasar de una gran sartén ardiente, a un sutil juego de luces y colores que mueven lo mas intimo de los sentidos a buscar símiles que solo rasguñen el entender este espectáculo privado.
En compañía de la suave brisa que parece querer absorber el calor que durante hora quemo la piel, tratando de carbonizar la masa orgánica bajo la ropa. Una hoguera, mas bien una pequeña montaña de brazas, hijas de los pocos arbustos que con trabajos y muchos cortes se logran recoger en una amplia extensión se calienta la frugal comida, mientras la noche envuelve el alma.
El desierto no es el territorio, sino la presencia tan clara de la esencia de la vida, como si estos parajes alejados de cualquier alma, fueran una delgada tela que nos deja entrever un orden natural distinto al que las tradicionales creencias de la teología y la ciencia nos han cultivado desde que nacemos.
Ahí algo que late en el silencio de la noche, donde una piedra apenas agitada a unos metros, solo deja el rastro de las largas orejas de una liebre que a toda velocidad busca retoños verdes entre los espinos resecos.
Un cuadro cotidiano…
Alberto Oriza Barrios
Junio 15, de 2020
…Todos esperan en silencio se pronuncie, con la esperanza de ser ellos los que cumplan con la necesidad de mano de obra a destajo. Los sucios y gastados zapatos, se aproximan tímidamente, chocando las polvorientas bolsas, mochilas y morrales, que cargan sus preciosas herramientas, gastadas, sucias y oxidadas, son la fuente del sustento de los cientos de bocas que esperanzadas esperan sean hoy bendecidos con sustento.
Pequeños grupos compactos, tratan de fundirse en un solo hombre, buscando la fuerza y destreza de los más hábiles, sirva de vehículo a los mas jóvenes, que quien sabe si ya alcanzaron su mayoría de edad. La mezcla de fisonomías, mayas, itzales, chamulas, u otras indeterminadas, no permiten que los jóvenes demuestren mayor o menor virilidad, sus rostros carentes de bello, lo mismo tiene 25 años que 16, y dado que su talla es prácticamente la misma desde la adolescencia, no se puede siquiera estar seguro.
Lo mismo hondureños, guatemaltecos, chiapanecos, oaxaqueños o chilangos se atropellan en la esperanza de hoy después de 60 días por fin llevar un centavo a sus casas.
Muchos han logrado conseguir trabajo toda la etapa de confinamiento, a medio pago y con la exigencia de trabajar siete días a la semana, pero no han dejado de trabajar, y por tanto de tener al menos para un poco de arroz, frijol y tortilla, con lo que su escondida familia logre salvar esta restricción laboral.
El refugio del lobo
Alberto Oriza Barrios
Mayo 28 de 2020
… La dotación de avena aun era amplia, menos mal que cuando esto inicio, no me falto la precaución de llenar mi bodega de avena, arroz, frijol y hasta el que odiaba entonces garbanzo, pero he de confesar que ahora lo reservo para los fines de semana, cuando hago unas pequeñas hamburguesas que le cambian el gusto a mi semana de caldo frijol mezclado con arroz cocido.
El horario ya no es algo que exista, desde el encierro, poco a poco mis horarios comenzaron a perder razón, si no es por el insistente ejercicio de marcar en la pared de la entrada una raya cada vez que siento que inicia un día no sabría cuanto llevo, incluso con ese método, aun no estoy seguro que sea exacto, ya que hace una semana no lograba rescatar el sol entrando por la ventana elevada del fondo, único acceso a la luz solar.
Desde que la desesperación se comenzó a escuchar como atrapaban a los que no previeron tener alimento suficiente, me fue necesario lapidar las ventanas, logre, por lo menos hasta ahora, que piensen que es una mas de las tantas casas abandonadas en el barrio. Incluso, he desarrollado un buen sistema para que la luz nunca toque las maderas protectoras y demás muebles que rompí para cerrarlas, no fuera a ser que al ver el resplandor me trataran de asaltar. Dos veces intentaron ya romper mis barreras, pero con un poco de cuidado, logre que desistieran al comprobar la dureza de las protecciones improvisadas, que no sabían eran reforzadas por todo mi peso detrás…
Reflexiones: Aquellos tiempos de aventura
Alberto Oriza Barrios
Abril 30 de 2020
¿Quién era ese monstruo que tanto me aterraba en la niñez? Porque hoy viene a mi mente su recuerdo de los fríos tentáculos que trataban de atrapar mi pie, que escapaba a gran velocidad después de la proeza de bajar por un vaso de agua.
Aún recuerdo ese proceso de convencimiento interno, en el que competía mi necesidad de hidratarme, con el temor de enfrentar ese cubo obscuro de escaleras que ocultaban al dormido monstruo.
Todo empezaba con el deambular silencioso en el pasillo superior, a sabiendas que, si algún ruido se escapaba, advertiría a ese malévolo enemigo de mi tentativa por engañarlo. En esos pasos nerviosos, iba dejando de lado el espanto que me invadía, ante el convencimiento por lo silencioso de la planta baja de que esa mezcla de calamar ciclope que encontró su refugio en la parte oculta de bajo las escaleras dormía plácidamente, pero siempre a la espera de un descuido para devorarme como prometido bocadillo nocturno.
Reflexiones: Mi Rincón de Cuarentena…
Alberto Oriza Barrios
Abril 28 de 2020
…La casa familiar es otro miembro no definido de la organización mínima de la sociedad, es el crisol, donde nuestros pasos cotidianos se concretan en las esperanzas, siempre, de un mañana mejor. Estas paredes de décadas, que nos han guarecido de tormentas, que han sido los crueles culpables de una lesión al caer en una arista y regado con sangre de un chiquillo a la carrera, sigue aquí firme, cuidándonos de una tempestad de un tipo nuevo en nuestra conciencia, pero que siempre ha estado ahí. Los aparatos electrónicos como droga para vencer el tedio, suenan quedos en todos lados, los pasos acompasados y sin prisa por llegar, suenan en el hogar familiar, cuando de el quicio de una puerta deambulan a la aventura posible de llegar al siguiente cuarto…
Rincones de cuarentena. A veces refugios, a veces verdugos.
Aunque, se dice, nos mantienen a resguardo de ese bichito invisible que por ahora, es casi invencible.
Pero no lo dudes, bicho: venceremos, y nuestra casa familiar volverá a ser sólo refugio, siempre anhelado.
Gracias por hacerme reflexionar ?.
Como todo es cuestión de escalas, ahora que nosotros como bichos nos resguardamos el gran organismo tierra reclama su espacio. Gracias por tan bella y optimista reflexión.